La historia de la viticultura en Chile se remonta a la época en que los conquistadores españoles se aventuraron en Sudamérica sin saber lo que iban a encontrar. Primero colonizaron México y, en 1555, recorrieron el continente hasta llegar a lo que hoy es Chile. En estos sublimes paisajes bordeados por el océano y la montaña, vieron una tierra próspera para el cultivo de la vid.
Gracias a esta historia milenaria, llena de saber hacer y al trabajo apasionado de muchas generaciones, el viñedo chileno cultiva con orgullo una rica y variada gama de variedades de uva autóctonas. Además, a principios del siglo XIX, los viticultores chilenos empezaron a remodelar la estructura del viñedo plantando principalmente variedades de uva francesas.
Esta decisión tuvo un gran impacto en la reputación de los vinos chilenos. Tras la epidemia de filoxera que había afectado dolorosamente a los viñedos franceses, muchos viticultores franceses vinieron a explotar el gran potencial de las regiones vinícolas de Chile. A partir de entonces, inculcaron el"estilo bordelés" al otro lado del Atlántico y, combinando su saber hacer con las tradiciones ancestrales del país, dieron a estos vinos una proyección internacional.
Hoy, los vinos chilenos figuran entre los más prestigiosos del mundo. La prestigiosa revista Decanter ha clasificado 5 vinos chilenos entre los 50 mejores del mundo. Para cualquier amante del vino francés, los vinos chilenos ofrecen una alternativa muy interesante y cualitativa.
Idealmente situados entre el océano Pacífico y la cordillera de los Andes, los viñedos gozan de un clima cálido y naturalmente templado. Esto se traduce en una gran amplitud térmica entre el día y la noche, lo que permite a las uvas desarrollarse de forma muy armoniosa.
En cuanto a las variedades de uva, son las grandes responsables de la reputación de los vinos chilenos. Tanto para los vinos tintos como para los blancos, algunas variedades de uva notables son especialmente útiles para la elaboración de vinos monovarietales. Entre las variedades francesas, destacan Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah, Pinot Noir y Mourvèdre, mientras que la variedad emblemática de Chile sigue siendo Carmenère, cultivada especialmente en el valle de Colchagua. En cuanto a los vinos blancos, el Chardonnay y algunas variedades autóctonas predominan en las mezclas.
Todas estas variedades de uva están profundamente arraigadas en terruños centenarios y proporcionan a los vinos chilenos una expresión singular marcada por una explosión de aromas y lavores equilibrados. Así, los vinos chilenos están destinados a deleitar las papilas gustativas de amantes y conocedores del vino por igual con su estilo auténtico, que se magnifica día a día en manos de fincas con talento.