Fundada en 1811 por la unión de dos apasionados, la Maison de Champagne Perrier-Jouët lleva más de dos siglos creando cuvées que combinan finura, riqueza aromática y la pura expresión de los grandes terruños champenois.
Perrier-Jouët, la elegancia champañesa
Desde 1811, la Maison Perrier-Jouët encarna una visión única del champagne, donde la delicadeza del chardonnay se une a la estética refinada del Art Nouveau. Nacida de la unión de Pierre Nicolas Perrier y Rose Adélaïde Jouët, esta emblemática casa de Épernay se ha impuesto como referencia entre los champanes de prestigio, abasteciendo a las cortes reales europeas. Situada en el corazón de la Champaña, la propiedad cultiva desde hace más de dos siglos un enfoque centrado en la pura expresión del chardonnay procedente de los mejores terruños de la región.
La expresión champañesa según Perrier-Jouët
El chardonnay como emblema
Las cuvées de la Maison se distinguen por una fuerte predominancia de chardonnay, que ocupa casi 40 de las 65 hectáreas del viñedo, aportando finura, elegancia y tensión. En la cata, esta predominancia se expresa mediante delicados aromas de flores blancas, cítricos y frutas de pulpa blanca, sostenidos por una frescura cincelada y precisa.
Grand Brut, un champagne impregnado de armonía
Ensamblaje no millesimado en el que el chardonnay también desempeña un papel preponderante, este champagne ofrece una expresión más accesible sin renunciar a la firma floral y mineral propia de la propiedad. Servido entre 8 y 10°C, acompaña con acierto mariscos, pescados a la parrilla y quesos de pasta blanda. Su equilibrio entre frescura y redondez lo convierte en un champagne versátil, pertinente tanto como aperitivo como a lo largo de una comida.
Belle Époque, el icono floral
La cuvée Belle Époque encarna la expresión más lograda de esta filosofía. Su botella, adornada con las célebres anémonas japonesas dibujadas por Émile Gallé en 1902, encierra una cuvée millesimada de gran complejidad aromática. En nariz, ofrece notas de flores blancas, melocotón blanco y avellana fresca. En boca, el ataque, a la vez vivo y cremoso, se sostiene con una burbuja fina y persistente, que se prolonga en un hermoso final y ofrece un gran potencial de guarda.
Propuesta también en rosado, la cuvée Belle Époque Rosé une con elegancia delicadas notas florales con sabrosos aromas de frutos rojos.
Blanc de Blancs: botellas que revelan la belleza del chardonnay
El Blanc de Blancs ilustra con maestría el saber hacer de la Maison Perrier-Jouët en la elaboración de champagnes a base de chardonnay. Disponible en la cuvée Perrier-Jouët Blanc de Blancs y en la excepcional «Belle Époque Blanc de Blancs» millesimada, seduce por su finura y elegancia. Su bouquet desvela notas florales refinadas, mientras que el paladar se ilumina con una frescura cítrica sutilmente realzada por un toque de miel. Este champagne expresa con brillantez la pureza y la singularidad del chardonnay procedente de la Côte des Blancs.
Perrier-Jouët Rosé, el arte del ensamblaje
Perrier-Jouët Rosé celebra toda la riqueza del pinot noir a través de una paleta aromática tan golosa como compleja, donde se entrelazan armoniosamente frutos rojos, cítricos y notas florales. En boca, su frescura notable se acompaña de una bella estructura y un final largo y elegante. Propuesto en las cuvées «Blason Rosé» y «Belle Époque Rosé», este champagne seductor acompaña con refinamiento todos sus momentos de degustación.
Un reconocimiento internacional constante
Ya en 1861, la Maison adquiere renombre internacional gracias al reconocimiento de la reina Victoria y al entusiasmo de las grandes cortes europeas. Fundada en 1811 por Pierre Nicolas Perrier y Rose Adélaïde Jouët, atraviesa las épocas y se impone por la excelencia de sus cuvées. La llegada de los hermanos Gallice insufla una dimensión artística única, concretada por la colaboración con Émile Gallé, figura emblemática del Art Nouveau, quien crea en 1902 el célebre motivo floral de la Belle Époque.
Hoy integrada en el grupo Pernod Ricard, a través de su filial Martell Mumm Perrier-Jouët, la Maison conjuga modernidad y tradición, preservando su identidad única y su saber hacer histórico.
Un patrimonio de excepción y un saber hacer tradicional
El viñedo, constituido desde 1860, se extiende sobre 65 hectáreas exclusivamente en Grands Crus, principalmente en Cramant y Avize para el chardonnay, y en Aÿ y Mailly-Champagne para el pinot noir. Este «triángulo de oro» asegura el acceso a las mejores uvas. Los suelos calcáreos del Campaniense aportan drenaje, mineralidad y frescura, mientras que la creta favorece una maduración armoniosa. El clima semicontinental, asociado a viñas de 23 años de media, permite una expresión fiel y compleja del terruño.
La vinificación sigue los métodos tradicionales champenois, privilegiando la frescura y la finura aromática. La crianza sobre lías, mucho más larga que los estándares, desarrolla la complejidad preservando al mismo tiempo la tensión de los vinos, factor clave de su longevidad.