Con más de cuatro siglos de historia y una reputación que se extiende desde los palacios de los zares rusos hasta la corte imperial de Japón, llegando incluso a la residencia de George Washington, Château d’Yquem es, sin duda, un símbolo de excelencia.
400 años de historia en el corazón de Sauternes
Ya a finales del siglo XVI, los archivos dan fe de la atención especial dedicada al viñedo y a las vendimias tardías en Yquem. Bajo el impulso de la familia Sauvage, el castillo y su viñedo fueron tomando forma con los siglos en el corazón de Burdeos. En 1785, Françoise Joséphine d’Yquem se casó con el conde Louis Amédée de Lur-Saluces. Tres años después, convertida en viuda, asumió las riendas de la propiedad con una determinación que la elevó a finca de reputación sin fronteras. En 1855, Château d’Yquem fue la única propiedad reconocida como Premier Cru Supérieur en la clasificación oficial establecida para la Exposición Universal de París. Más recientemente, la finca ha inaugurado un nuevo capítulo de su prestigiosa historia al incorporarse al grupo LVMH Moët Hennessy–Louis Vuitton.
Un viñedo excepcional en el origen de botellas preciosas
De las 113 hectáreas de la finca, solo un centenar se dedica a la producción. El Sémillon reina con autoridad (75% del viñedo), armoniosamente complementado por Sauvignon Blanc (25%). Château d’Yquem disfruta de un microclima excepcional, donde el Ciron, modesto afluente del Garona, favorece el desarrollo de la podredumbre noble. Son las brumas otoñales las que, a primera hora de la mañana, permiten que Botrytis cinerea se deposite suavemente sobre los racimos, concentrándolos para revelar toda la riqueza de sus azúcares y aromas.
De la viña a la bodega: un trabajo de orfebrería
Château d’Yquem es célebre por su maestría en la vendimia por pasadas sucesivas. De la uva al embotellado, la elaboración de este gran Sauternes ilustra un saber hacer excepcional, fruto de un proceso minucioso en el que cada etapa exige paciencia y precisión. Con un rendimiento que no supera una copa por cepa, la finca extrae su prestigio de esta exigencia que define su rareza.
Una expresión aromática excepcional
El prestigio de Château d’Yquem se manifiesta en una firma aromática incomparable, una textura suntuosa y una persistencia notable en boca.
Château d’Yquem, una expresión legendaria
Las añadas jóvenes despliegan una paleta frutal expresiva, con notas de albaricoque y naranja, a veces realzadas por matices amaderados de vainilla o pan tostado, antes de evolucionar hacia sutiles toques especiados de canela, azafrán y regaliz. Concebido para la guarda, este vino excepcional se engrandece con el tiempo, revelando deliciosos aromas de frutas secas y confitadas, sutilmente realzados por la frescura de notas florales. Armonía, equilibrio, complejidad y finura: Château d’Yquem encarna la excelencia de un estilo único e inimitable.
Y d’Yquem, un vino blanco seco de gran elegancia
Si bien la finca es universalmente reconocida por su prestigioso vino dulce, también destaca por su gran vino blanco seco: Y d’Yquem. Producido en cantidades muy limitadas, procede de los mismos terruños y de las mismas viñas que Château d’Yquem. Aunque adopta las mismas técnicas de cultivo, se diferencia por su vendimia y elaboración. El ataque, a la vez untuoso y vibrante, abre paso a un paladar de notable elegancia, mientras que el final, calcáreo y sabroso, se despliega con gran persistencia.